Aprender a hacer un presupuesto que funcione para el ahorro

Es igual que existan cientos de métodos e ideas para ahorrar. Dará lo mismo acudir a los más diversos productos y herramientas de ahorro. Si no elaboramos de manera correcta un presupuesto para nuestras finanzas personales, va a ser muy difícil poder llegar a ahorrar.

COMO AHORRAR

Y, realmente, puede ser peor, ya que no poseer un presupuesto propio, realizado con rigor y profundidad, puede marcar la diferencia entre unas finanzas personales saneadas y otras que no lo son, con el consiguiente riesgo de desastre para la economía personal.

¿Por qué un presupuesto?

Son muchas las familias en nuestro país que no se rigen por un modelo económico interno basado en un presupuesto. Esto puede ocurrir bien por costumbre, en la que existen los gastos más o menos detectados, bien por considerar que no es necesario (un error sea cual sea el tipo de economía personal) o, simplemente porque no se ha planteado como una herramienta útil o necesaria.

Pues bien, manejar la economía doméstica a partir de un presupuesto no debería ser una opción, debería ser una obligación. Resulta curioso que la gran mayoría de personas tengan certezas como la necesidad de controlar el gasto y la importancia del ahorro tanto para el presente como para el futuro, pero, a la vez, no utilicen un instrumento básico como el presupuesto.

A través del presupuesto vamos a conocer de manera exacta como son nuestras finanzas de fuertes o débiles, pero, mejor aún, vamos a poder apurar de manera muy eficaz el equilibrio entre nuestros gastos e ingresos. Un presupuesto nunca será una herramienta rígida. Ni las necesidades y los gastos son los mismos en las diferentes etapas de la vida, por eso, es importante no sólo realizar este presupuesto inicialmente, sino ir actualizando con el paso del tiempo.

Un presupuesto es la herramienta que nos va a permitir conocer con exactitud nuestras fortalezas y debilidades financieras, más aún, nos va a permitir gestionar de manera mucho más eficaz el dinero.

HABITO DE AHORRAR

Cómo hacer un presupuesto

No se trata de realizar, al menos al principio, complejos cálculos ni es necesario poseer grandes habilidades financieras. Existen hoy en día una gran cantidad de aplicaciones e instrumentos digitales que te pueden permitir hacer el presupuesto de manera simple.

Sin embargo, con un cuaderno y un bolígrafo puedes comenzar a elaborar el presupuesto, de hecho, los primeros pasos para hacerlo, pueden ser más interesantes realizados de manera artesanal. Esto es así porque comenzarás a tomar conciencia de la importancia de lo que estás haciendo.

Elaborar el presupuesto hay que reflexiones básicas en las que nos vamos a detener a continuación.

Cuánto dinero ganas y cuánto dinero tienes

Puedes llamarlo como quieras, pero este siempre sería el primer paso a dar. En este paso es necesario hacer un análisis realista de lo que ganas, y, también del dinero que posees tanto en cuentas bancarias como en productos financieros. Aunque no sea fundamental, es interesante que aquí incluidas en el cálculo del valor de aquellos elementos que posees, desde viviendas hasta vehículos o bienes. Esto tiene que ver con un futuro en el que, probablemente, quieras ampliar el control de tus finanzas y dar un paso más allá valorando a fondo el conjunto de tu patrimonio, no sólo del dinero.

Para lograr de manera correcta este paso, ten en cuenta todos los ingresos tanto los regulares como los esporádicos. Aquí también debes calcular y sumar las posibles plusvalías o aquellos ingresos que provengan de otras fuentes pero que puedes llegar a tener, da igual que sean regulares. Debes distinguir bien las fuentes, y, muy importante, diferenciar los ingresos estables de los que no lo son.

Cuánto dinero has gastado

En este segundo paso, se debe prestar todavía más atención si cabe. De hecho es, de los tres, el paso más importante. Es necesario analizar a fondo el dinero que gastas y el origen de estos gastos.

Comienza por lo más básico, por aquellos gastos que son obvios y que son repetidos en el tiempo. La hipoteca o el alquiler, la letra del coche, los gastos de recibos corrientes, los posibles préstamos, etcétera.

Un segundo bloque de gastos debe destinarse al consumo. Aquí incluye desde la cesta de la compra hasta gastos más o menos regulares, de transporte, etcétera.

Por último, hay que elaborar un bloque de gastos pequeños. Estos gastos, conocidos como gastos hormiga, son culpables en muchos casos de desbalancear las finanzas personales. Echa un vistazo a los últimos meses y calcular lo que te gastas en cosas pequeñas, pero, probablemente o prescindibles o mejorables.

En general se trata, una vez localizados todos estos gastos, de intentar ajustarlos al máximo. Por ejemplo, realizar una buena revisión de nuestros contratos de suministro e incluso de nuestra hipoteca si no lo hemos hecho en el primer bloque. En el segundo bloque hacer un ejercicio de racionalidad en los gastos de consumo, desde tratar de mejorar nuestro gasto la cesta de la compra, hasta alejar el fantasma del gasto compulsivo. Por último, en el tercer bloque, deberíamos tratar de meter la tijera al máximo, reduciendo los gastos superfluos o evitables a la mínima expresión. Recuerda que este presupuesto es para poder ahorrar.

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Cuánto ahorras y cómo hacerlo

Esta sería la tercera y última reflexión, y, por supuesto, va a tener reflejo en el presupuesto. Si cruzas de los datos de los dos anteriores bloques, y los has hecho a conciencia, vas a descubrir que, casi con total seguridad, hay una cantidad de dinero sobrante superior a la que pensabas. Ojo, aquí hay que hacer un ejercicio de realismo ya que en muchos casos tratamos de vivir por encima de lo que nuestros ingresos realmente nos permiten, y, desde luego, también hay que tener en cuenta aquellas situaciones límite en la que los ingresos apenas alcanzan lo justo para sobrevivir.

Con el dinero sobrante es con el que nos vamos a plantear el ahorro. Los objetivos del ahorro dan para otro artículo y este se alargaría demasiado, de lo que se trata aquí es de entender que el ahorro no surge de la nada. Es una combinación de hábito, voluntad y eficacia en la gestión de tu dinero. Aunque existen muchos consejos y reglas para decirte cuánto dinero debes ahorrar, lo cierto es que cada persona es un mundo a este nivel. Una cifra orientativa en la que prácticamente todo el mundo está de acuerdo, es que tu ahorro debería ser siempre superior como mínimo del 10% de tus ingresos brutos.

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