Cómo se ahorraba en las casas antaño

No se trata de hacer apología del pasado, sin embargo, para las nuevas generaciones de españoles que desconocen ese “más allá” tan cercano entre mediado el pasado siglo y sus dos últimas décadas puede resultar chocante la afirmación de que aquellas, generaciones, las de nuestras madres y abuelas, manejaban conceptos de ahorro mucho más acertados (para la economía familiar) que los nuestros.

Es cierto que a diferentes épocas diferentes actitudes, sin embargo, si repasamos algunos de los conceptos principales de cómo se gobernaban las economías domesticas por entonces, veremos que el cambio de mentalidad ha sido brutal en tan solo un par de décadas.

Cómo ahorraban nuestras madres y abuelas

Administrar la casa

Y sí, esa era la idea, la casa, la familia, los gastos e ingresos se medían desde un concepto casi empresarial natural, en el que se buscaba equilibrar los gastos con los ingresos y obtener un beneficio en forma de sobrante destinado al ahorro; este principio era fundamental, ahorrar no era una opción, era, siempre, un objetivo al que se encaminaba la economía doméstica.

El papel de la mujer en esta administración de las cuentas familiares era fundamental ya que gestionaba los gastos cotidianos y lidiaba con ellos, cuestiones como realizar la compra a diario para encontrar mejores precios y evitar la pérdida de comida mal aprovechada, la planificación semanal de los menús, el aprovechamiento de materiales, ropas, calzado hasta su fin de ciclo natural (e incluso un poco más allá), el asumir tareas de reparación de ropas, o muebles…

Vivir con lo se tiene

Quienes ronden los cuarenta año o un poco más recordarán probablemente aquellos interesantes momentos del empapelado (o pintado) de la casa, para el que siempre había un familiar mañoso dispuesto, o el ocio en parques, ríos, playas o piscinas cercanas bien acompañado de tortillas de patata y filetes empanados…

Una de las grandes virtudes de nuestras madres y abuelas en lo que a economía familiar se refiere era una dosis muy elevada de realismo.

Esto llevaba a que no se compraba lo que no se necesitaba, no se contrataban servicios que se podían hacer en el entorno próximo y, por supuesto, vivir por encima de las propias posibilidades no resultaba una opción.

Todo esto derivaba en unas economías familiares poco endeudadas, donde puede que no sobrará el dinero pero no existían las deudas y no faltaban los recursos básicos, donde el crédito era una opción a utilizar solo en casos de extrema necesidad, siempre solo en la cantidad necesaria y su devolución se convertía en la prioridad número uno de las cuentas domésticas…como podemos entender un modo de vida diametralmente opuesto al que en las dos últimas décadas se ha llevado en nuestro país, pero, por acción de la crisis, al que probablemente muchas familias están regresando.

 imagen pimasuro pixabay.com

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