A estas alturas la gran mayoría tenemos claro que ahorrar es casi una obligación. Sin embargo, no tenemos tan claro qué hacer con el ahorro. En este caso veremos diversas opciones sobre qué hacer con 5000 € ahorrados.
Debemos partir de la base de entender 5000 € ahorrados como una cantidad ya interesante que nos va a permitir acercarnos a algunas opciones a las que, tal vez, resultara menos adecuado acercarse con cantidades inferiores. Aun así, tampoco se trata de una cantidad elevada para, por ejemplo, el marco de las grandes operaciones de inversión y mucho menos, por ello, debemos considerar aspectos muy diversos dentro de las opciones que se nos abren tras acumular este ahorro.
Las tres opciones globales más claras serían las siguientes:
- Gastar el dinero ahorrado
- Guardar el dinero ahorrado
- Buscar rentabilizar el dinero ahorrado
Vamos a estudiar en profundidad las tres opciones, partiendo en todos los casos de un mismo principio: cada uno puede hacer con su dinero lo que le venga en gana, y, lo que puede ser muy adecuado para un perfil de usuario tal vez no lo sea para otro. Se trata en definitiva de consejos generales que pueden orientarnos en caso de no tener aún claro el destino del dinero que hemos ahorrado.
¿Qué cantidad debo ahorrar? ¿Cómo hago el cálculo?
Gastar el dinero ahorrado
Insistimos, el dinero es tuyo y por tanto la decisión última es tuya en todos los casos. Esto, trasladado al análisis del gasto del dinero ahorrado, hace muy difícil buscar puntos de conexión entre los modelos de usuario, en todo caso trataremos de acercarnos a una especie de término medio en el que la gran mayoría pudiéramos movernos cómodos en cuanto a conceptos.
Debemos tener en cuenta que la percepción del gasto vuelve a crecer en cuanto a intención con el dinero ahorrado. Esto lógicamente tiene que ver con una cierta reactivación de la economía, y, casi más, con sensaciones que con realidades en lo que al aumento de consumo se refiere.
No es desde luego ninguna novedad. Las generaciones nacidas a partir de las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo han crecido al calor de un modelo económico en el que el gasto y la inversión inmobiliaria personal, por encima de cualquier tipo de ahorro o búsqueda de rentabilidad, se ha visto como un modelo inteligente de economía doméstica. Esto se ha traducido en un modelo básico de finanzas en la que en primer lugar se potenciaba la compra de vivienda por encima de cualquier otro modelo de ahorro o inversión, y, posteriormente, se conjugaba esta adquisición con el consumo y el gasto, en muchos casos mal gestionado, como por ejemplo cuando se imputaban créditos paralelos a los créditos hipotecarios.
En este modelo de gasto el culmen se encuentra en la amortización hipotecaria, momento tras el que el usuario pasa manejar un sobrante que, en general, también se veía como bien utilizado destinado al gasto o a la nueva inversión inmobiliaria, incluso por encima de productos de ahorro e inversión con buenos rendimientos.
Este modelo económico ha sido realmente muy distante al de las generaciones inmediatamente anteriores en las que, aun arrancando del mismo concepto de valor de la propiedad como eje central del gasto en la economía doméstica, el dinero sobrante no se destinaba de manera tan alegre al gasto sino que se destinaba al ahorro, generalmente muy seguro y poco arriesgado, aplicando la máxima de guardar cuando hay para cuando no haya, algo que en los últimos 30 años pareció haberse olvidado en la economía doméstica de nuestro país.
Si algo nos han enseñado a las citadas generaciones el periodo de crisis es que no hay situación que no pueda cambiar de la noche a la mañana, menos en el panorama económico. El sobreendeudamiento que muchas familias han sufrido y sufren no tiene sólo que ver con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, también con un mal control interno y una costumbre nefasta como es la de asumir que la economía doméstica puede funcionar a crédito.
El producto bancario ideal para ahorrar
Qué son el gasto reflexionado y el gasto compulsivo
Teniendo en cuenta todo lo anterior vamos a situarnos en ese escenario en el que has sido capaz de ahorrar 5000 €. Es muy probable, sobre todo si ya lo tienes decidido en cuanto a su destino como gasto de consumo, que tuvieras planteado ese ahorro con una meta concreta, bien un cambio de vehículo, unas vacaciones, una reforma… Este sería el principio básico del ahorro reflexionado, y, por extensión, el modelo más adecuado de acudir al gasto tras el ahorro. Dicho de otro modo, cuando realizamos un gasto útil que va a repercutir de manera positiva en nuestro bolsillo, o, en nuestra calidad de vida, sin suponer una merma directa para nuestra economía diaria, estamos ante un gasto útil, y por tanto, un gasto inteligente.
Aquí hay un error que debemos subsanar, un gasto inteligente no siempre debe asociarse con un consumo práctico desde el punto de vista de la utilidad, es decir, tan útil (inteligente) puede ser un cambio de vehículo como haber ahorrado para disfrutar de unas buenas vacaciones. Gestionar nuestro ahorro de manera inteligente para obtener este tipo de rendimiento es sin duda una medida interesante y muy acertada.
En el otro extremo estaría el gasto compulsivo. Este modelo de gasto nos lleva a un escenario en el que hemos ahorrado sin objetivos claros estos 5000 €, y, no tenemos para ellos un destino determinado, tanto es así que acaban sucumbiendo a la satisfacción inmediata de la adquisición de bienes o servicios que probablemente sean innecesarios, poco útiles o nada prácticos. Desafortunadamente la línea que separa el gasto compulsivo del gasto práctico en lo que a utilidad se refiere no siempre está tan clara, y esto hace que nos equivoquemos más de lo deseable.
El resumen si has decidido gastar los 5000 € ahorrados se reduce a dos elementos clave:
- Que en todos los casos se trate de un ahorro reflexionado que conlleve un gasto meditado (ojo, un capricho también puede ser un gasto meditado)
- Que repercuta en la medida de lo posible de manera positiva nuestro bolsillo, aquí por ejemplo podemos hablar de mejora de nuestros vehículos, reformas en nuestro hogar, incluso de la amortización parcial de nuestras hipotecas, aunque tampoco debemos descartar opciones destinadas al bienestar personal.
Inmovilizar el dinero ahorrado
Esto vendría a ser lo que comúnmente se llama guardar el dinero bajo el colchón. Es una actitud muy relacionada con épocas de crisis, carestía, o, más actual, con una desconfianza elevada en los sistemas bancarios.
La base de este ahorro, es decir, de mantener el dinero inmovilizado, tiene que ver con el convencimiento de que de este modo su dinero no va a perderse. Realmente esto es muy relativo cuando no totalmente erróneo. La inmovilización del dinero, por sistema, hace que este acabe perdiendo valor con respecto a la evolución del precio del propio dinero, es decir, mantener el dinero inmovilizado hace que este no pueda pelear contra la inflación.
Es cierto que los periodos de tipos bajos y de deflación o desinflación hacen que quienes prefieren guardar el dinero inmovilizado tengan argumentos en contra de esta lucha contra la evolución de los precios del dinero, sin embargo, en una economía cíclica como la nuestra, este argumento a medio plazo se desmonta.
En cualquier caso vamos a valorar las ventajas y los inconvenientes de inmovilizar el dinero ahorrado.
Ventajas de inmovilizar el dinero ahorrado
La principal ventaja de inmovilizar el dinero ahorrado es la disponibilidad absoluta e inmediata del ahorro en todos los casos. Desde el punto de vista financiero esta sería la mayor ventaja ya que, el dinero de este modo no produce ningún tipo de rendimiento, y por tanto no nos permite generar plusvalías ni aumentar su propio valor.
Las personas que miran con mayor recelo los sistemas bancarios, algo comprensible en la última década, aducen que inmovilizar el propio dinero en casa es una herramienta eficaz en casos extremos, como por ejemplo el reciente corralito griego. Obviamente, en una situación así, la no obligatoriedad de solicitar el dinero a la entidad financiera y su disponibilidad inmediata hace que podamos manejar el líquido de manera más eficaz.
Pero realmente estas dos serían las ventajas más sólidas, es decir, una basada en la liquidez inmediata, algo que hoy en día podemos obtener del mismo modo en una gran cantidad de productos de ahorro, inversiones o modelos alternativos de rentabilidad de nuestro dinero, o, una situación extrema que en los últimos años se ha dado con cuentagotas en la economía internacional.
Inconvenientes de inmovilizar el dinero ahorrado
En primer lugar, desde luego, el hecho de no obtener ninguna rentabilidad sobre el dinero ahorrado, ningún beneficio más allá de su amontonamiento, no es desde luego ninguna ventaja.
Como ya indicábamos anteriormente existe una cierta tendencia a considerar que cuando el ahorro garantizado ronda los límites de la infracción, e incluso se coloca por debajo de los propios tipos, no resulta interesante participar en productos remunerados o garantizados. Sin duda, desprovisto de otro contexto esto es verdad, sin embargo, debemos tener claro que mantener el dinero ahorrado inmovilizado sin crecimiento, no lo exime de verse afectado por la evolución negativa del precio del dinero, ya que también se encuentra sin capacidad de reacción en nuestra casa, dicho de otro modo, incluso cuando el rendimiento es bajo, este va a ser superior a no tener ninguno.
Otro elemento muy importante a tener en cuenta es la seguridad. Guardar una cantidad ya elevada como 5000 € en casa no es desde luego una idea a la que debamos des proveer de seguridad. Es cierto que no es una cantidad millonaria, pero no es menos cierto que puede ser ya una cantidad dura de perder, y que, la seguridad de nuestras viviendas no siempre va ser la más adecuada para guardar este dinero.
Por último, y no menos interesante, debemos tener en cuenta que inmovilizar el dinero en nuestra casa supone una pérdida de pista del mismo. Pongamos un ejemplo, si nosotros realizamos una operación de ahorro de 5000 € y al cabo del tiempo extraemos ese dinero, y al cabo de otro tiempo lo volvemos a colocar en otro producto descontados los rendimientos, la pista del dinero está muy clara, sin embargo, la desaparición de ese dinero durante una serie de años puede suponer, en el momento de volver a colocarse problemas fiscales o, en cualquier caso, posibilidad de tener que dar más explicaciones de las que nos gustaría al fisco. Es cierto que no estamos hablando de una cantidad elevada pero, esta posibilidad existe.
Buscar rentabilizar el dinero ahorrado
Rentabilizar el dinero ahorrado es desde luego una opción muy interesante. Como indicábamos al comienzo del artículo 5000 € es una cantidad ya lo suficientemente interesante como para plantear diversos modelos de ahorro o inversión, sin embargo, todo comienza por un mismo lugar: la definición de nuestro perfil de ahorrador/inversor.
Aunque existen muchos tests o cuestionarios para definir cuál es tu perfil ahorrador/inversor, realmente es muy sencillo, sólo con responder a dos preguntas sencillas ya vas a poder, a grandes rasgos, tener bastante claro que perfil ocupas. Estas serían las dos preguntas que debes hacerte:
- ¿Cuánto riesgo estoy dispuesto a asumir con mi dinero?
- ¿Cuándo voy a necesitar disponer de dinero?
De hecho la mayoría de opciones, siempre hablando del usuario medio, del usuario de a pie, van a basarse en cuanto al nivel de riesgo que decidamos asumir. Evidentemente existen diferentes parámetros en los que valorar estas opciones, pero, medir el tipo de producto que queremos acercarnos por el riesgo que vamos a asumir y la disponibilidad que pretendemos otorgar a nuestro dinero es un baremo acertado.
Claves para obtener una alta rentabilidad por tu dinero
Productos de ahorro garantizados
Los productos de ahorro garantizados son aquellos en los que tu aportación al producto no corre riesgo. Es decir tu contratas un producto en el que inviertes o depositas una cantidad determinada de dinero, en algunos casos por un periodo concreto, y al término de la vida de ese producto se te devolverá a tu dinero íntegro más una rentabilidad.
Al tratarse de productos garantizados, que no asume el riesgo, las rentabilidades son menores que en otro tipo de ahorro o inversión.
Entre los productos de ahorro garantizados destacamos los siguientes:
Depósitos
Se trata de imposiciones del dinero a plazo fijo. Conocemos de antemano una rentabilidad que se nos propone por depositar una cantidad de dinero durante ese plazo. Al final de la duración del plazo contratado recuperamos el total del dinero aportado más la rentabilidad que ya conocíamos. Los depositos bancarios nos productos con liquidez, es decir, sacar el dinero antes de tiempo supone generalmente unas penalizaciones muy elevadas.
Existen otro tipo de depositos, estructurados, en especie, pero, todos tienen la misma base, una aportación durante un periodo de tiempo determinado con una retribución concreta, que en algunos casos puede ser variable en función de determinados objetivos, pero que nunca afectará al principal.
Cuentas remuneradas
Este es otro producto de ahorro garantizado en el que aportamos a una cuenta bancaria nuestro dinero y vamos obteniendo rentabilidad por él. En este caso no se nos exigen plazos de imposición y la rentabilidad va sumando de manera constante el interés prefijado. Se trata de un producto con liquidez, es decir podemos disponer de él generalmente de manera casi inmediata sin penalizaciones.
Planes de Pensiones
Ojo, no todos los planes de pensiones son garantizados. Esto es muy importante tener claro, ya que, estos productos se suelen contratar con excesiva alegría y sin fijarnos demasiado en sus características, y un plan de pensiones renta variable se comportan todos los efectos como un producto de renta variable, es decir, puede afectar perfectamente al principal. En el caso de los planes garantizados, estos nos proponen una rentabilidad prefijada de antemano. No es en absoluto un producto líquido y su rescate responde a vencimiento del producto o determinadas circunstancias excepcionales.
Otras opciones de ahorro garantizado
Desde los seguros de ahorro hasta los bonos o la deuda, existe un abanico importante de productos de ahorro garantizados que, en cualquier caso, siguen la senda de baja rentabilidad que se da en la actualidad.
Productos financieros no garantizados
Las diversas opciones de inversión para nuestro dinero ahorrado son enormes, tantas que es muy complejo valorar todas ellas, teniendo en cuenta que nos referimos a un perfil de usuario medio, sin grandes conocimientos financieros, destacaremos las más habituales y asequibles donde poder colocar los 5000 € ahorrados con facilidad, y que, a la vez, resulten productos comprensibles para cualquier perfil inversor.
Hay dos máximas que siempre debemos tener en cuenta en la inversión no garantizada, una es que cuanta más renta variable participe en nuestros productos asumimos mayor nivel de riesgo y mayor promesa de rentabilidad, la otra es que las rentabilidades pasadas nunca garantizan rentabilidades futuras en los productos no garantizados. Esto es muy importante ya que un índice, un valor, una acción, un producto concreto, pueden haber tenido un resultado excepcional durante un periodo de tiempo y posteriormente no presentar en absoluto el mismo resultado o incluso trasladarse al otro vértice.
Fondos de inversión
Estamos probablemente ante una de las propuestas de producto financiero de inversión más interesante para el usuario medio. Los fondos de inversión han crecido de manera muy notable en los últimos años, coincidiendo en buena parte con un trasvase de ahorradores que abandonar los productos garantizados al uso buscando mayores rentabilidades.
Es muy interesante tener en cuenta que en un fondo de inversión vamos a poder regular los niveles de riesgo de manera bastante eficaz. Hoy en día existe una cantidad enorme de ofertas de fondos de inversión, que a su vez, se encuentran en formatos muy flexibles que permiten al usuario realmente configurar productos casi a medida en función de su nivel de riesgo asumido.
Por otro lado se trata de productos móviles en los que el traspaso entre fondos no penaliza, y que, habitualmente tampoco penalizan la liquidez. Ojo, también existen fondos de inversión garantizados con un comportamiento (salvando las distancias) similar al de los depósitos)
Operar en mercados con bróker online
El enorme crecimiento de las plataformas para operar en mercados a través de Internet es realmente una respuesta a una demanda creciente de usuarios que desean invertir en activos desde la comodidad de su propio hogar.
Tanto desde las propias operativas de la banca como desde la propuesta de plataformas exprofeso, realmente hoy en día resulta sencillo operar en los mercados y, además, el volumen de información que se maneja y el acceso que estas plataformas proveen, hace que sea relativamente sencillo comenzar a operar.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que una cosa es la sencillez en el comienzo de la operativa y otra el conocimiento de los mercados. Es verdad que estas plataformas han evolucionado hasta tal punto que los niveles de información son lo suficientemente amplios como para que un novato pueda participar ya a partir de cierta base, pero, no resultan muy recomendables en aquellos perfiles en los que o no se tiene ninguna noción de mercado o no se está dispuesto a adquirirlas, así como desde luego para quienes no desean asumir riesgo.
Productos complejos, derivados, ETFs, etc
Vamos a citarlos en el encabezamiento de este apartado pero no vamos a dedicarles tiempo. El motivo es que basamos el desarrollo este artículo en un usuario medio que ha conseguido ahorrar 5000 €, y, desde luego, para este perfil en el que nos englobamos una mayoría de usuarios de productos financieros, los productos complejos no resultan muy recomendables.
Estamos enfocando todo este artículo desde la perspectiva del ciudadano de a pie. Por supuesto dentro de los productos de inversión vamos a encontrar fórmulas y modelos de una gran variedad, y complejidad.
Otras opciones de ahorro e inversión
Desde luego podemos encontrar otras opciones de ahorro e inversión, hemos citado aquí las más habituales y las más asequibles pero sabiendo que pueden existir alternativas.
Desde luego una alternativa muy interesante, siempre, es rebajar nuestros niveles de deuda. A veces no tenemos en cuenta la importancia que rebajar el nivel de deuda puede tener como efecto beneficioso a medio y largo plazo sobre nuestra economía.
Un ejemplo muy claro de esto sería destinar este ahorro a la amortización de una parte de nuestra hipoteca, esto, va a generar una reducción de intereses que a medio largo plazo obviamente repercute de manera positiva nuestro bolsillo.