El salto a la universidad y los estudios universitarios es desde luego un punto de inflexión importante en la vida de las personas que eligen este camino. Uno de los elementos básicos a tener en cuenta es sin duda el coste de los estudios universitarios, algo que nos hace pensar en la necesidad de ahorrar para la universidad.
Realmente podríamos hacer extensible esta cuestión a todos los estudios y procesos de formación que requieren de una inversión para su realización. Y es que éste debiera ser siempre el principio sobre el que gestionamos los gastos para la educación de nuestros hijos: estamos invirtiendo en su futuro.
No todas las familias pueden afrontar del mismo modo el gasto que va a suponer la entrada en la universidad de uno o más hijos, ante ello, como de costumbre, ser precavidos y haber mantenido un proceso previo de ahorro puede resultar un elemento de ayuda más que notable.
¿Cuánto hay que ahorrar para la universidad?
No es esta una pregunta a la que podamos responder con carácter general. Los costes de una universidad a otra pueden variar, como también las circunstancias en las que se va a desarrollar el proceso de los estudios universitarios, incluyendo elementos como el alojamiento, los transportes, la manutención…por tanto las cantidades a ahorrar no serán las mismas dependiendo de cada caso y circunstancias.
Aunque resulta complejo predecir a largo plazo el camino a seguir en los estudios de un adolescente, este momento, la adolescencia, sería probablemente el ideal para comenzar a planificar realmente (desde el punto de vista del ahorro) los futuros gastos universitarios.
El cálculo de los gastos realmente no difiere mucho de la elaboración de cualquier otro tipo de presupuesto, eso sí, debemos procurar ser exhaustivos en su confección de este modo debe contener elementos como:
- Matriculación
- Gastos administrativos
- Libros y materiales pedagógicos asociados
- Otros gastos relacionados directamente con el centro o con los estudios elegidos
Por otro lado hay que tener en cuenta en este presupuesto que una gran parte de españoles deben desplazarse para poder acudir a las universidades elegidas, no sólo desplazamientos en la misma ciudad en los que lo que habría que computar es el coste de transporte, sino incluso a otras ciudades. Esto genera o mayores costes de transporte o la necesidad de asumir costes de alojamiento y manutención que también habrá que calcular e incluir en el presupuesto.
Una vez tengamos claras todas estas cuestiones seremos capaces de realizar un cálculo bastante aproximado al coste anual de cada curso universitario. Lo ideal sería comenzar los estudios con al menos dos años de gastos garantizados, es decir, obtener los recursos propios para tal fin e inmovilizarlos destinándolos a este efecto o haber ahorrado esa cantidad.
En este post te damos ideas sobre qué hacer con el dinero que tienes ahorrado e inmovilizado.
Cómo ahorrar para la universidad
Realmente tampoco se diferencia mucho de cualquier otro ahorro con objetivos claros. En un escenario ideal de ahorro el ahorrador habrá conseguido generar una bolsa de ahorro equivalente al menos a un semestre de sus gastos corrientes. Es decir, podría perfectamente hacer frente a seis meses de gastos como vivienda, recibos comunes, alimentación etcétera.
Este siempre debería ser el primer objetivo a fin de crear un colchón de emergencias eficaz. A partir de aquí el ahorrador debe plantear una división de su ahorro que podría responder más o menos a un criterio como este:
- Un porcentaje no menor del 40% destinado al ahorro para la jubilación
- Un porcentaje no menor del 30% destinado a objetivos a medio y largo plazo (incluyendo opciones como productos de inversión etcétera)
- Un porcentaje no menor del 10% destinado al ahorro para objetivos a corto plazo
El ahorro a medio y largo plazo en un momento dado de necesidad pueden fusionarse con el ahorro a corto plazo, lo que siempre debería ser inmutable independientemente de la necesidades puntuales es el dinero destinado al ahorro para la jubilación.
Estableciendo nuestro propio plan de ahorro podemos rápidamente determinar lo que vamos a necesitar realmente ahorrar para la universidad. Se trata simplemente de ajustar nuestra capacidad de ahorro a la demanda de dinero que los estudios van a suponer.
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Otras opciones de financiación para los gastos de universidad
Existen algunas opciones añadidas de financiación para los gastos de la Universidad que podemos tener en cuenta, estas serían las más habituales.
Cuentas remuneradas para la universidad
La primera de las opciones es la de las cuentas de ahorro remuneradas. Estas cuentas si se mantienen a lo largo del tiempo a modo de usar en la que ir depositando ingresos extraordinarios más la parte proporcional del ahorro que debemos destinar a la Universidad, puede convertirse en instrumentos eficaces.
En la actualidad las cuentas de ahorro infantiles apenas producen rentabilidad alguna, esto hace que no resulten especialmente atractivas, pero, tampoco las cuentas remuneradas al uso ofrecen una rentabilidad elevada. Sin embargo, habida cuenta de la ausencia de comisiones y gastos, siempre resulta más interesante obtener algo de dinero que inmovilizarlo. A fin de cuentas sobre el papel la inflación va contra el dinero inmovilizado y al menos, aunque no logremos batirla, conseguiremos reducir su impacto con cierta rentabilidad.
Préstamos universitarios y préstamos personales
En el mercado de los créditos bancarios en nuestro país existe una buena representación de préstamos estudiantiles. Se trata de créditos orientados a los estudios superiores, o, a la realización del máster o similar.
La gran ventaja de estos productos, obviamente, reside en la inmediatez de la disponibilidad para su aprobación. Se trata además de créditos que en general ofrecen ciertas facilidades como periodos de carencia iniciales o similar. Sin embargo, en el otro vértice, hay que tener en cuenta que estos créditos no resultan baratos ya que los tipos de interés aplicados se sitúan en la media o incluso por encima de los créditos al consumo y además se trata de créditos que generalmente presentan costes añadidos importantes como las comisiones de apertura. También es importante tener en cuenta que suele tratarse de financiación a medio plazo o incluso a corto plazo ya que no suele contemplarse la financiación del total de los estudios sino curso a curso, con lo cual podemos encontrarnos con un préstamo a devolver en un plazo no superior a los 12 meses.
Otra opción es la de acudir a los préstamos al consumo tradicionales. En este caso, como ya sabemos, se trata de financiación bancaria que puede solicitarse a medio o largo plazo y que, en nuestro país, sigue mostrándose como una de las herramientas de financiación más caras, muy por encima de la media europea en cuanto a gastos y tipos de interés.
En ambos casos hay que tener en cuenta que el banco emisor va a solicitar condiciones de concesión del préstamo iguales a las de cualquier otro préstamo, es decir, necesidad de ingresos demostrables, avales, etcétera.