Puede parecer contradictorio, pero es más fácil ahorrar cuanto mayor es el gasto. Por lo menos esto es lo que se deduce de un estudio realizado por el Journal of Consumer Reserach ha descubierto que somos menos proclives a gastar un billete grande que uno pequeño. Según la investigación realizada por Priya Raghubir y Joydeep Srivastava, esto se debe a que los billetes grandes son psicológicamente fungibles, lo que hace que se puedan usar como un elemento estratégico para controlar y regular el gasto.
En realidad lo que ocurre es que existen ciertas barreras psicológicas frente al gasto de un billete grande. Por eso muchas personas prefieren llevar billetes de 50 ó 20 euros (ya no hablemos de los de 100 y 200 euros) en lugar de monedas y billetes de 5 y 10 euros. La causa de este comportamiento está, según el estudio, en el «dolor de gastar». Y es que a nadie le gusta ver como su dinero se evapora. Evidentemente, este dolor no afecta por igual a todo el mundo: los más tacaños pueden no necesitar este tipo de tácticas (basta con su forma de entender el consumo), sin embargo se trata de una buena estrategia para los derrochones. Según el estudio «los tacaños pueden serlo porque temen gastar pese a que son conscientes de que gzstan menos de lo que les gustaría y los gastones pueden serlo porque no tienen miedo a gastar aunque lo hacen más de lo que les gustaría».
Pero lo más curioso es como una vez el billete grande se ha fragmentado vuelve a ser más fácil gastarse ese dinero. En Get rich slowly, fuente de este artículo, lo comparan con el impulso consumista: una primera compra suele ser el detonante para la segunda, aunque esta no tenga nada que ver con la primera.
Todo este tipo de estrategias de consumo y control del gasto no dejan de ser pequeños trucos que se pueden y deben ir aplicando para domesticar nuestro subconsciente consumista hacia un tipo de consumo racional. Existen estrategias similares como no utilizar la tarjeta en lugar de dinero en efectivo, pero su eficiencia siempre dependerá de cada persona.
Imagen – poolie