El ahorro es una parte fundamental de cualquier economía doméstica. Sin embargo, no siempre sabemos cómo poner en práctica el hábito de ahorrar. Vamos a tratar de descubrir cinco claves que nos ayudarán a crear el hábito del ahorro, y, por tanto, a ahorrar.
Uno de los principales problemas del ahorro es que resulta complejo visualizarlo en el tiempo. Ahorrar no es algo inmediato, generalmente va a requerir de disciplina y algo de sacrificio. Todo esto unido hace que ahorrar no sea especialmente atractivo, menos para los jóvenes. Sin embargo, debería ser un objetivo común a cualquier tipo de economía doméstica ya que resulta clave en las finanzas personales.
Por tanto, lo primero es tener claro el objetivo: vamos a tratar de instalar el hábito de ahorrar nuestras finanzas. Para quien nunca ha tenido este hábito no resulta sencillo, y, más importante, no se va a adquirir de un día para otro de manera completa.
Analiza tus finanzas
Este siempre es el primer paso previo a cualquier acción en tus finanzas personales, más aún si se trata de ahorrar.
En el fondo se debe proceder como si estuviéramos realizando una auditoría a nuestras cuentas. Para ello no sólo debemos centrarnos en el equilibrio entre gasto ingreso, sino también analizar a fondo nuestras deudas, ingresos irregulares, etcétera.
También, y es importante para una primera fase de ahorro, debemos contemplar posibles imprevistos y las necesidades económicas que de ellos se puedan derivar.
Con esta acción vamos a poder determinar cuál es la realidad de nuestra economía y, de este modo, tomar decisiones basadas en la realidad y no en suposiciones.
Conocer a fondo los gastos propios
Es una prolongación de lo anterior. Todo el mundo tiene una tendencia bastante pronunciada minimizar los gastos o, en el mejor de los casos, a obviar alguna parte de ellos como los denominados gastos hormiga.
Si queremos fomentar el hábito del ahorro de manera adecuada es vital que sepamos previamente localizar de manera clara nuestros gastos.
Una buena forma de hacer esto es crear una lista de gastos que se separa por jerarquías, en la que en primer lugar se colocan los gastos imprescindibles, en segundo lugar gastos habituales que pueden ser revisados, y en tercer lugar los gastos evitables o directamente mejorables.
Hay que tener en cuenta que tu capacidad de ahorro se va a reaccionar de manera directa no sólo con tus ingresos, sino también con la forma en la que gestiones el gasto, y es capaz de reducirlo.
Crea un presupuesto
Este es otro punto clave si quieres ahorrar de manera adecuada. Crear un presupuesto para la gestión de tu economía es algo básico que debería estar presente en todas las economías domésticas.
Realmente el proceso no es complejo si hemos seguido los dos pasos anteriores. En el presupuesto vamos a considerar los ingresos y los gastos, y, a la vez, se va a convertir en el motor sobre el que vamos a tomar decisiones. Ten en cuenta que, una vez establezcas el presupuesto, asignando gastos y controlando el dinero, debes atenerte a él de manera férrea. Es un elemento de control fundamental no solo para tu día a día, sino también para el destino futuro de tu dinero.
Bien manejado un presupuesto marca la diferencia entre una economía personal saneada y otra que no lo esté.
Calcula cuánto vas a ahorrar
Existen innumerables fórmulas para el ahorro y teorías sobre lo que es necesario ahorrar. Aunque no le damos el valor de alguna de ellas, lo cierto es que cada persona tiene que adaptarse realmente a sus necesidades, y, a sus posibilidades. Y esto debe hacerse por encima de cualquier teoría o plan.
A partir de lo anterior el esfuerzo debe fijarse en tratar de ahorrar lo máximo posible sin perjudicar en exceso la calidad de vida y el poder adquisitivo. Un buen ahorro puede comenzar a partir del 10% de los ingresos brutos. Desde luego esto no es un dogma, es preferible ahorrar de manera sistemática un 5% de tus ingresos brutos pero comenzar a ahorrar cuanto antes, a desechar esa cantidad por bajar y no ahorrar.
Establece objetivos para tu ahorro
Este sería el quinto punto irrenunciable para comenzar a imponer el hábito del ahorro en nuestras finanzas. Una vez en marcha el ahorro resulta básico marcarse objetivos.
Como comentábamos al principio del artículo, uno de los principales enemigos del ahorro es la falta de visualización inmediata de los objetivos. La sensación de guardar dinero para nada, más aún en tiempos de rentabilidad baja, no es nada buena amiga del ahorro.
Para eliminar esa sensación, y a la vez para racionalizar el ahorro, es importante comenzar a visualizar objetivos prácticamente desde el primer momento en que comienzas ahorrar.
Los objetivos iniciales no deben ser muy ambiciosos. Por ejemplo, si no lo tienes, deberías tratar de crear un fondo de emergencia equivalente a tres meses de tus ingresos. Una vez logrado este objetivo puedes comenzar a tratar de cumplir otros, por ejemplo destinar una parte al ahorro para la jubilación, otra parte al ahorro con objetivos claros como puede ser un cambio de vehículo, la Universidad de tus hijos, etcétera.
En definitiva se trata de ser capaces de trazar un plan en el que, por un lado, distribuyamos bien el esfuerzo de nuestro dinero, y por otro lado seamos capaces de reconocer la importancia de lo que estamos haciendo cuando ahorramos.