El mundo es cada vez más consumista, de eso no cabe duda, sin embargo, tendemos a pensar que si consumimos más es porque estamos creando más necesidades y eso, hasta cierto punto, es cierto.
Anteriormente, con una casa, alimentos y ropa, las familias de clase media tiraban para adelante. En eso consistía básicamente su gasto, aunque por supuesto, dependía de cada familia y de cada persona, ya que los caprichos siempre han existido.
Hoy en día, cuando pensamos en una familia de clase media a la que no le falte nada, no concebimos una casa sin televisión, sin lavadora, sin lavavajillas, sin ordenador, sin móviles, sin armarios llenos de ropa, sin secador de pelo… y así podría seguir durante un largo etcétera.
Esta es la prueba de que nos estamos volviendo cada vez más consumistas, sin embargo, no es el tema del aumento de nuestras necesidades el que quiero tratar esta vez, ya que al fin y al cabo, estos son bienes con los que nos hemos acostumbrado a vivir y sin los cuales nos sería mucho más difícil completar nuestro día. Hoy quiero hablar del consumo que no necesitamos para nada, que hacemos en exceso y del cual no somos conscientes, todo esto provocado por la publicidad.
El ejemplo de la pasta de dientes
Voy a proponer un ejercicio: Piensa en cualquier anuncio que recuerdes de pasta de dientes. ¿Qué recuerdas a partir de sonrisas resplandecientes? Posiblemente, recuerdes un cepillo de dientes de los tradicionales, que tienen más superficie, completamente recubierto de pasta de dientes. ¿Realmente crees que necesitas toda esa pasta de dientes? Con una cantidad equivalente al tamaño de un guistante es suficiente, pero la publicidad nos hace pensar que si no usamos el triple de lo necesario, no mantendremos nuestros dientes limpios.
El ejemplo del champú
De igual manera, nos incitan a usar más champú del necesario. Es más, ¿acaso crees que siempre se ha usado champú? Existe un movimiento llamado No-poo (No champoo) que recomienda dejar de usar champú y lavar el pelo tan solo con agua y soda. Pasado un tiempo, el pelo, dicen, crece más fuerte, sano y rápido.
Más allá de este nuevo método y volviendo al tema de cuánta cantidad es necesaria para limpiar nuestro pelo, a menudo nos aplicamos dos veces el champú, la primera para, decimos, «quitar lo gorodo», y la segunda, para «terminar de limpiar». Esto es totalmente innecesario, se trata tan solo de pequeñas leyendas urbanas que nos hacen gastar el doble innecesariamente.
Existen multitud de ejemplos sobre cómo consiguen hacernos creer que necesitamos más de la cuenta y ni siquiera nos damos cuenta. El convencer al consumidor de que la cantidad apropiada es el doble de la real, es una técnica de marketing muy común y realmente rentable para las empresas.
Así que ya sabes, mejor experimentar por nosotros mismos que dejarnos llevar por lo que la publicidad nos sugiere.
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