Cuando hay amor, el dinero no debería ser un obstáculo., y sin embargo lo es. Las finanzas son una de las causas más habituales de discusiones y rupturas en nuevas parejas y matrimonios. Tratar el tema de antemano antes de irse a vivir juntos o tener clara la estructura de las cuentas de la pareja son sólo algunas fórmulas para evitar problemas futuros, os desvelamos el resto.
No es un problema menor. En nuestro país la inmensa mayoría de nuevos matrimonios siguen acogiéndose al régimen económico por defecto, los bienes gananciales, rehuyendo generalmente el proceso inicial de pactos de común acuerdo sobre la economía en el ámbito familiar. Lo que a la postre es una fuente inagotable de problemas.
Y no se trata de afirmar que un modelo será superior a otro o no, se trata de constatar una realidad en la que algo tan fundamental como las cuentas conjuntas para una vida en común no se han sometido ya no sólo a asesoramiento, en muchos casos ni siquiera a juicio entre ambos cónyuges.
¿Cuándo decidir?
Sin ningún género de duda todos los especialistas aconsejan tomar decisiones sobre la vida económica en conjunto antes de iniciar una vida en común. Esto que resulta muy habitual en otros países, choca con una mentalidad aún conservadora en el nuestro en la que parece que hablar de determinados temas previamente al inicio de una vida en común suponga algún tipo de trauma o problema.
Sin embargo es exactamente todo lo contrario. Aclarar desde el primer momento un método de funcionamiento en el ámbito económico familiar va a clarificar la postura de cada uno y contribuir a evitar desconfianzas y discusiones futuras sobre el tema.
¿Cómo funcionar?
La receta no es válida lógicamente para todo el mundo. Sin embargo si acudimos a las opiniones de especialistas publicadas a lo largo de los últimos años, el modelo participativo en el que las cuentas familiares se trabajan de forma igualitaria y participativa parece más adecuado.
En este caso estaríamos hablando de gestión, lo que va un poco más allá del concepto de los ingresos, obviando si sólo una parte aporta un sueldo o lo hacen las dos. Lo que parece muy recomendado y saludable es que al margen de una cuenta común para el sostenimiento de la vida en conjunto, la pareja mantenga sus cuentas personales.
¿Repartiendo los productos financieros?
Se trata de una decisión en línea con lo anterior. Probablemente sí se ha partido de un modelo aceptado previamente para conducir la economía familiar, no exista mucho debate y al margen de las cuentas comunes y personales, la pareja pueda contratar productos tanto en común como de manera individual.
Sin embargo, cuando este proceso previo no se ha dado volver a aparecer los posibles problemas en las tomas de decisión.
En general, en cualquier caso, existen productos financieros más propicios que otros a la contratación en conjunto por los beneficios que pueden ofrecer, productos como los aseguramientos mientras que en otros, algunos tan comunes como las tarjetas de crédito, resulta más necesario ajustar el perfil personal al tipo de producto.
En resumen
Romper el tabú y hablar abiertamente del futuro de la economía familiar, ese sería el principal resumen ya que, a partir de ese planteamiento, resulta mucho más sencillo derivar en dirección a lo que resulte más propicio para cada pareja.