Si tuviéramos que dar la respuesta perfecta a la pregunta sobre qué préstamos evitar, esta sería contundente: todos. Teóricamente el ideal de la economía doméstica pasaría por comprar lo que se puede pagar y no endeudarse a crédito. Pero esa es la teoría, la realidad resulta bastante diferente.
Las necesidades de financiación a lo largo de la vida acabarán tarde o temprano apareciendo y obligando a acudir a productos como los préstamos en cualquiera de sus formatos. Préstamos hipotecarios, préstamos personales, préstamos al consumo…los tipos de préstamos son muchos, pero, algunos presentan más peligro que otros.
Préstamos al consumo
Obviamente es uno de los productos más demandados y no se puede decir que se trate de un producto a evitar, pero, se trata de un modelo de financiación que mal utilizado arrastra mucho peligro de sobreendeudamiento por lo que merece estar en esta lista.
Antes de solicitar un préstamo de estar características debemos tener en cuenta tres cuestiones básicas
- Valorar la necesidad real del objeto de la financiación. Muchas veces se acude a solicitar un préstamo sin haber valorado realmente otras opciones o la oportunidad del momento, esto resulta básico y primario.
- Ajustar realmente lo que necesitamos financiar. Un riesgo claro de estos préstamos en el de solicitar más volumen de financiación de lo necesario.
- No entrar en riesgo de sobreendeudamiento. Se da por bueno el margen que dice que cuando las deudas (incluyendo cuotas de préstamos) superan el 40% de los ingresos familiares ya se está en claro riesgo de endeudamiento, es importante calcular lo que las cuotas del producto le van a suponer en este sentido a la economía doméstica.
Préstamos Mini
Se trata de un producto de último recurso y, por tanto, un producto a evitar en la medida de lo posible. El funcionamiento es básico; estos préstamos ofrecen pequeñas cantidades de dinero para plazos no superiores a un mes donde no se aplican intereses pero si una comisión variable que aumenta a medida que pasa el tiempo.
Comparativamente son productos mucho más caros que los préstamos personales, por lo que conviene agotar todas las vías de financiación antes de llegar a esta.
Reunificación de préstamos
Otro producto de último recursos que en la medida de lo posible debe ser evitado. Teóricamente el potencial de unificar todas las deudas de financiación en un solo producto y alargar las cuotas de amortización para que cada mes supongan menos ingresos es interesante. Sin embargo, simplemente con realizar el ejercicio de calcular lo que suponen los intereses en ese alargamiento de plazos el usuario comprenderá que habitualmente se enfrenta a mucho más gasto que antes de la unificación…y eso sin tener en cuenta futuras posibles necesidades.